Estudio intenta cuantificar este inesperado problema y las formas en que podría afectar la vida marina
En 2017 una buceadora adolescente llamada Alex Weber estaba explorando una pequeña cala en la costa de Pebble Beach, California, cuando se encontró con una impactante visión. El suelo arenoso de la cala estaba cubierto de pelotas de golf. Miles de ellas.
"Sentí como un disparo al corazón", dice Weber a Christopher Joyce de NPR.
Durante meses, Weber y su padre intentaron limpiar el área de las pequeñas bolas de plástico que se habían instalado bajo de las olas. Pero cada vez que regresaban, se lanzaban más bolas al océano desde los campos de golf a lo largo de la costa.
Cuando ella había acumulado 10.000 pelotas de golf, Weber se acercó a Matt Savoca, un investigador postdoctoral en la Universidad de Stanford que estudia los impactos humanos en los ecosistemas marinos.
Posteriormente, Weber y Savocas se unieron para escribir un artículo, publicado recientemente en Marine Pollution Bulletin, que busca cuantificar hasta qué punto las pelotas de golf están contaminando los ambientes oceánicos. Este asunto, según los autores del estudio, es "probablemente un problema no reportado asociado con los cursos costeros en todo el mundo".
Savoca se unió a Weber, a su padre y a sus amigos en su misión de sacar las pelotas de golf fuera del mar. Alentados por Weber, los empleados de Pebble Beach también se unieron al trabajo de limpieza. El equipo de "recogepelotas" se enfocó en las aguas adyacentes a dos campos de golf junto al mar y tres cursos ubicados cerca de la desembocadura del río que fluye a través del Valle Carmel. En el transcurso de dos años, recolectaron una cantidad asombrosa de pelotas de golf: 50.681, para ser precisos.
Debido a que las pelotas de golf se hunden, han pasado casi desapercibidas bajo la superficie del océano. Pero estos objetos escondidos suponen una grave amenaza. Como escribe Savoca en The Conversation, las duras conchas de las pelotas de golf están hechas de un recubrimiento llamado elastómero de poliuretano. Sus núcleos están compuestos de caucho sintético y aditivos como el óxido de zinc y el acrilato de zinc, compuestos que se sabe que son altamente tóxicos para los organismos marinos.
"A medida que las bolas se degradan y fragmentan en el mar, pueden filtrar sustancias químicas y microplásticos en el agua o los sedimentos", explica Savoca. "Además, si las bolas se rompen en pequeños fragmentos, los peces, las aves u otros animales podrían ingerirlos".
La mayoría de las pelotas de golf que encontró el equipo solo mostraban un ligero desgaste, causado por las olas y la actividad de las mareas. Pero algunas de las bolas se habían degradado gravemente, hasta el punto de que estaban expuestos sus núcleos. "Estimamos que se habían desprendido de las bolas que recolectamos más de 60 libras de microplástico irrecuperable", escribe Savoca.
Y el nuevo estudio se centró en un tramo de costa relativamente limitado. Se desconoce el número de campos de golf costeros y ribereños en todo el mundo, pero según los autores del estudio, en todo el mundo hay 34.011 campos de golf de dieciocho hoyos, y al menos algunos de ellos están sujetos a riesgos para los ambientes marinos.
"Con una población global de 60 millones de golfistas regulares (que se define como jugar al menos una ronda por año) y un promedio probable de casi 400 millones de partidos jugados por año... la escala de este problema se magnifica rápidamente", escriben los autores.
Afortunadamente, se pueden tomar medidas para mitigar el problema. Los investigadores presentaron sus hallazgos a los gerentes de los campos de golf a lo largo de Pebble Beach, quienes ahora están trabajando con el Santuario Nacional Marino de la Bahía de Monterey para desarrollar estrategias para sacar las bolas perdidas del océano antes de que se erosionen. Weber también está colaborando con el santuario para desarrollar procedimientos de limpieza, y ella y una amiga han comenzado una organización sin fines de lucro dedicada a la causa.
"Si una estudiante de escuela secundaria puede lograr esto a través de un incansable trabajo y dedicación", escribe Savoca, "cualquiera puede hacerlo".
Artículo científico de referencia: Quantifying marine debris associated with coastal golf courses