Los bordes rocosos de las algas ofrecen nueva evidencia del pasado sísmico
En 1667, un apocalíptico terremoto casi destruyó Dubrovnik, una de las ciudades medievales más bellas del Mediterráneo. En aquel entonces centro de una república independiente, la ciudad, situada en la costa oriental del mar Adriático, era un activo centro marítimo y hogar de más de 30.000 personas.
El temblor derribó edificios, abrió grietas en la tierra y provocó que enormes piedras cayeran desde las cercanas colinas. Los testigos hablan del tsunami que siguió y de los incendios forestales que ardieron durante días. En total, los registros históricos afirman que en el multifacético desastre murieron 3.000 personas.