El aumento del polvo y los bajos niveles de dióxido de carbono atmosférico van de la mano
Los científicos informaron por primera vez de grandes tormentas de polvo en el sur de Alaska en 1911, pero solo durante la última década han comenzado a descubrir que las tormentas de polvo en latitudes altas desempeñan un papel en el estímulo de las floraciones de fitoplancton.
En 2011 Santiago Gassó, del Centro de Vuelo Espacial Goddard de la NASA, John Crusius, del Servicio Geológico de EE. UU. y otros científicos publicaron el primer estudio para describir cómo las tormentas de polvo juegan un papel en el suministro de nutrientes, particularmente hierro, al Golfo de Alaska.
Desde entonces, cada tormenta de polvo sucesiva ha ofrecido a estos científicos nuevas oportunidades para descubrir detalles de la complicada relación entre el polvo y el fitoplancton del Golfo de Alaska.
El 11 de noviembre de 2017 el Espectrorradiómetro de Imágenes de Resolución Moderada (MODIS) en el satélite Aqua de la NASA capturó la imagen de arriba de la costa a lo largo del Golfo de Alaska. Gruesas columnas de polvo, principalmente loess de grano fino formadas cuando el hielo glacial pulveriza la roca, soplaron hacia el sur desde los valles de los ríos. Las tormentas de polvo en el sur de Alaska generalmente ocurren a fines del otoño, cuando los niveles del río son relativamente bajos, la nieve aún no ha caído y las capas de lodos ricos en loess están expuestas al viento.
Dado que la luz también es crucial para el crecimiento del fitoplancton, Gassó y sus colegas proponen que la influencia del polvo que cae en el océano pueda retrasarse hasta la primavera siguiente. Para obtener una mejor comprensión de la relación, los científicos están tratando de determinar la cantidad de hierro suministrada por las tormentas de polvo, en comparación con el afloramiento de agua rica en nutrientes de las profundidades o la mezcla de sedimentos ricos en hierro (escorrentía de los ríos) por remolinos y giros de la superficie. Sin embargo, los últimos fenómenos tienden a ser costeros, mientras que el polvo arrastrado por el viento puede atravesar cientos de millas de océano abierto hacia áreas donde el hierro normalmente se agota.
"Es conveniente que tengamos un fenómeno en nuestro patio trasero que se preste para estudiar los factores que controlan el crecimiento del fitoplancton marino", dijo Gassó, y señaló que gran parte de la investigación sobre este tema se ha realizado en el Océano Austral alrededor de la Antártida.
El estudio de las tormentas de polvo modernas también puede ayudar a los científicos a interpretar los núcleos de hielo, que registran las condiciones ambientales y los cambios climáticos del pasado. Muchas muestras de hielo dennotan evidencia tanto de una mayor deposición de polvo como de menores concentraciones de dióxido de carbono en el aire durante los períodos glaciales (edades de hielo). Todavía no está claro por qué irían de la mano el aumento del polvo y los bajos niveles de dióxido de carbono atmosférico, pero algunos científicos piensan que las floraciones de fitoplancton provocadas por el polvo, que pueden absorber grandes cantidades de dióxido de carbono, pueden haber jugado un papel clave.
Referencias y lectura adicional:
Bullard, J. et al. (2016) High-latitude dust in the Earth system. Reviews of Geophysics, 54 (2),
447-485.
Crusius, J. et al. (2011) Glacial flour dust storms in the Gulf of Alaska: Hydrologic and meteorological controls and their importance as a source of bioavailable iron. Geophysical Research Letters, 38 (6).
Tarr, R. & Martin, L. (1913) Glacial Deposits of the Continental Type in Alaska. Reviews of Geophysics, 54 (2),
447-485.