Cientos de kilómetros de muelles y rompeolas impiden ver el mar
Un devastador tsunami se estrelló en la costa noreste de Japón, destruyendo pueblos enteros, matando a miles y causando un accidente en la planta de energía nuclear de Fukushima Daiichi.
A raíz del desastre, el gobierno japonés implementó una serie de reformas, incluida la reubicación de las aldeas costeras en tierras más altas y la prohibición de un mayor desarrollo a lo largo de la costa noreste.
La más controvertida de estas medidas de prevención de tsunamis fue la construcción de cientos de kilómetros de muelles y rompeolas de hormigón a lo largo de los tramos más vulnerables de la costa. Hasta el momento, Japón ha gastado aproximadamente $ 12 mil millones en la construcción de altos muros de hormigón, algunos de hasta 12 metros y medio.
El fotógrafo nacido en Tokio, Tadashi Ono, quien ahora vive en París, viajó a la costa noreste de Japón después del tsunami de 2011 para documentar la destrucción, y regresó recientemente para ver cómo habían cambiado las áreas afectadas. (Tomó las fotos mientras trabajaba como artista en residencia en la Villa Kujoyama de L'institut Français en Kioto).
Se sorprendió por los siniestros muros grises que ahora bordean la costa. "Lo que me interesa como fotógrafo es cómo han tapado totalmente las vistas del mar", dice Ono. "Estoy caminando en la zona costera, quiero tomar una foto de la costa, pero no puedo verla".
Muchos residentes locales viven de la pesca o del turismo. Ahora, ambas industrias están bajo la amenaza de los muros. Los pescadores temen que interrumpan la escorrentía de las montañas al mar, lo que ayuda a reponer los ricos nutrientes del agua. ¿Y cuántos turistas querrán visitar la costa si no pueden realmente ver la costa?
Ono culpa al ímpetu del proyecto de infraestructura masiva a un poderoso gobierno central que no responde a las preocupaciones locales, así como a las gigantescas empresas de construcción japonesas que se benefician de los grandes contratos del gobierno.
Es más, Ono cree que los rompeolas son innecesarias. Las aldeas costeras ya se han trasladado a tierras más altas. "Antes del tsunami había pueblos en esas áreas, pero ahora no vive allí nadie, solo se trata de campos de arroz o de tierras baldías. Así que los muros no protegen nada", dice.
"Fueron construidos sólo por ser construidos". Algunas personas incluso han argumentado que los rompeolas son contraproducentes, ya que pueden proporcionar una falsa sensación de seguridad, desalentando a las personas a trasladarse a un lugar más alto.
En un nivel más profundo, Ono ve los rompeolas como un abandono de la historia y la cultura japonesas. "Nuestra riqueza como civilización se debe a nuestro contacto con el océano", dice. "Japón siempre ha vivido con el mar, y estábamos protegidos por el mar. Y ahora el gobierno japonés ha decidido ocutar el mar".