Investigadores estudiaron 792 puertos pesqueros y encontraron que más de la mitad estaban afectados de abuso laboral o pesca ilegal
En 2015 más de 2000 pescadores fueron rescatados de la esclavitud en una isla del este de Indonesia. Durante años habían estado sujetos a depravadas condiciones de trabajo.
Muchos informaron haber sido azotados con colas de mantarraya, golpeados y muertos de hambre, todo mientras se los obligaba a contribuir a una cadena de suministro de productos del mar que llegaba a marcas masivas, incluidos minoristas, cadenas de supermercados y fabricantes de alimentos para mascotas.
No les pagaban por su trabajo.
No fue sino hasta hace siete años, después que una investigación de Associated Press revelara la verdad, que estos trabajadores anteriormente esclavizados fueron liberados, se reunieron milagrosamente con sus familias y respiraron aliviados.
Fue una historia desgarradora, pero que representa solo una fracción de los pescadores que sufren abusos laborales en los mares.
En su artículo los investigadores de Stanford cuantifican cuán profundamente arraigadas están tales abusos y otras prácticas ilegales, como pescar en zonas destinadas a conservar la naturaleza, en el sector marino global. Sus resultados son impactantes.
Después de estudiar 792 puertos pesqueros, encontraron que el 57% estaba relacionado con el abuso laboral o la pesca ilegal, y con frecuencia ambos. Y tras analizar más de 8 millones de viajes de pesca entre 2012 y 2019 que terminaron en estos puertos, encontraron que el 82% también estaban asociados con abuso laboral y pesca ilegal. Del abuso laboral, encontraron que más del 41% de los puertos estudiados estaban específicamente asociados a él.
Estas conclusiones son gracias a un modelo de aprendizaje automático que combinó una base de datos que rastreaba barcos pesqueros a nivel global con relatos de primera mano de delitos pesqueros de instituciones de investigación, empresas, organizaciones de derechos humanos y gobiernos.
Imagen: Trabajadores marítimos de Indonesia en una manifestación de protesta.
La necesidad de control
"Queríamos tener una mirada más cuantitativa para tratar de estimar los riesgos de estas dos actividades", dijo Elizabeth Selig, investigadora del Centro de Soluciones Oceánicas de Stanford y coautora del estudio.
En este momento, son poco conocidas las estadísticas concretas sobre el abuso laboral y la pesca ilegal, principalmente porque la naturaleza ilícita de estas prácticas significa que existe un fuerte incentivo para "ocultar los números", dijo. Pero si los gobiernos van a intervenir de manera más efectiva, el primer paso es identificar hasta dónde llega la explotación pesquera. El nuevo estudio del equipo es un paso sólido en esa dirección.
"Los gobiernos deben concentrarse en fortalecer los marcos legales y regulatorios que aseguren que no ocurran abusos y que se realicen inspecciones adecuadas de las capturas en los puertos", dijo Selig.
Aunque la mayoría de los gobiernos cuentan con algunos estándares para controlar el abuso y las prácticas de pesca ilegales, aún existen lagunas. Por ejemplo, Selig señala una consecuencia desafortunada de las herméticas medidas de seguridad en los puertos.
Hay muchas restricciones sobre el "desembarque", que simplemente significa bajarse del barco. A menudo, se pide a los pescadores que muestren su pasaporte para desembarcar. Pero, ¿y si no tienen acceso a ese pasaporte? ¿O qué pasa si tienen una visa que no les permite salir del barco?
"Imagina que no hablas el idioma, es posible que no tengas un teléfono celular que funcione en ese país, es posible que no sepas cómo acceder a tu embajada", dijo Selig. Sería muy difícil, si no imposible, denunciar actividades ilegales y abusos en su embarcación. Es por eso que las organizaciones de derechos humanos de primera línea, o un acceso más fácil a los servicios sociales en los puertos, son increíblemente importantes de mantener, enfatiza.
Pero la responsabilidad no recae únicamente en los gobiernos.
"Las empresas deben mejorar la trazabilidad en sus cadenas de suministro y diseñar conjuntamente soluciones con los trabajadores para evitar abusos", dijo Selig.
Esa responsabilidad está bien ilustrada por un incidente de 2015. Como un intento de autocontrol, la gigante corporación de alimentos Nestlé encontró evidencia de moderna esclavitud en su cadena de suministro de productos del mar, un horrible descubrimiento que finalmente se remontó hasta un multimillonario vendedor de productos del mar en Tailandia. La empresa advirtió más tarde que todas las empresas estadounidenses y europeas que compran productos del mar de la misma región están expuestas al mismo riesgo de abuso laboral en su línea de importación.
Imagen: Vínculos espaciales entre las regiones de riesgo en el mar y los puertos.
Definición de los términos
Un aspecto importante de la investigación de Selig es la forma en que su equipo decidió definir "abuso laboral".
"Tomamos una definición un poco más amplia", dijo Selig. "En parte, porque creemos que aunque se presta mucha atención al extremo grave del espectro, lo que se percibe como abusos menos graves a menudo son indicadores potenciales de abusos más graves en el futuro".
El trabajo forzoso, por ejemplo, como la operación en el este de Indonesia, estaba en el extremo más extremo. Los malos estándares de trabajo, como la suciedad o el descuido de los derechos de los trabajadores, estaban en el extremo menos extremo.
Pero en términos de prácticas de pesca ilegal, el equipo siguió una definición más estándar.
Para ser considerados pesca ilícita, los barcos tenían que contravenir las leyes generales de un país, las medidas de conservación establecidas por una organización regional de ordenación pesquera, participar en pesca no declarada o declarada erróneamente, o incluso haber pescado en lugares sin medidas de conservación aplicables.
Una vez que se establecieron las definiciones, el equipo comenzó a buscar correlaciones entre los informes de abuso laboral o pesca ilegal y los puertos o embarcaciones en la base de datos de seguimiento. Observaron flotas completas para mitigar las posibilidades de perder algo. Si un buque mostraba signos de actividad de riesgo, otro de la misma flota también podría hacerlo.
Imagen: Descargando una captura en Indonesia.
Las banderas y el material son pistas
El equipo descubrió que las banderas de los barcos, que muestran el país en el que está registrado un barco, tenían un importante papel a la hora de juzgar los riesgos de abuso laboral.
"Las banderas más riesgosas estaban asociadas con [buques] donde el estado de la bandera está registrado en países que tienen lo que se considera un control deficiente de la corrupción", dijo Selig.
Al buscar los riesgos de la actividad de pesca ilegal, dijo Selig, el material de pesca es revelador.
Los barcos más riesgosos tendían a tener material enfocado a lo que se llama transbordo, que es lo que sucede cuando los barcos pesqueros trasladan sus capturas a barcos más grandes y esos barcos más grandes llevan la captura a la costa.
Presumiblemente, sugiere el equipo, mover las capturas a un barco más grande significa que hay menos monitoreo en el barco ilícito, especialmente porque el transbordo ocurre en medio del océano, no cerca de los puertos. Si ocurre algo sospechoso detrás de escena en el barco de alguien, probablemente querrán reducir la cantidad de tiempo que pasan en los puertos con guardias de seguridad.
En el futuro, una pregunta importante es: ¿Cómo podemos abordar estas tragedias en curso en la industria pesquera?
"Una gran parte de tratar de desentrañar este rompecabezas", dijo Selig, es mejorar la transparencia y la rendición de cuentas en el proceso de contratación de pescadores. "Para que entiendan sus derechos, los términos de su contrato y puedan buscar recursos cuando hay violaciones".
Este nuevo documento, agrega, es una forma de "ayudarnos a llegar allí".
La investigación fue publicada en la revista Nature Communications: Revealing global risks of labor abuse and illegal, unreported, and unregulated fishing