Algunos mejillones de la granja han caído al fondo marino y han regenerado los arrecifes de conchas perdidos
En los últimos 50 años, la acuicultura mundial, que incluye las granjas de peces, mejillones y algas, ha experimentado un espectacular crecimiento. Casi la mitad del pescado silvestre del mundo se utiliza para producir harina y aceites de pescado que alimentan a los peces de cultivo.
El cultivo de mejillones proporciona una fuente alternativa de proteínas más sostenible para la dieta humana, porque los mejillones se alimentan por filtración de plancton y no es necesario alimentarlos con peces capturados en la naturaleza.
El cultivo de mejillones también alivia en parte la necesidad de tanta agricultura industrial y piscicultura y, por lo tanto, podría ayudar a reducir las emisiones de gases de efecto invernadero de la producción de alimentos, en línea con el objetivo de varios países de alcanzar cero emisiones netas en 2050.
La mayoría de las granjas de mejillones suelen estar ubicadas en bahías protegidas, pero como es limitado el espacio para cultivar mejillones en la costa, no siempre hay lugar para cultivar mejillones a gran escala.
Algunas granjas costeras de mejillones pueden dañar el medio ambiente, ya que los desechos se acumulan y pueden agotar el oxígeno de los sedimentos, lo que a su vez afecta a los animales que viven en el fondo marino. Por ello, la cría y recolección de mejillones en alta mar (cultivo y recolección de mejillones lejos de la costa) se está volviendo cada vez más atractiva.
En la bahía de Lyme, en la costa sur de Inglaterra, la primera granja de mejillones de alta mar del Reino Unido opera desde 2013. Esta granja cuenta con una superficie autorizada de 15,4 km² (6 millas cuadradas) y se encuentra a una distancia de entre 3 y 9,6 km de la costa. Para cultivar los mejillones, los piscicultores utilizan largas cuerdas ancladas al fondo marino que se mantienen a flote mediante grandes boyas.
Imagen: La piscifactoría de mejillones de alta mar en la bahía de Lyme ha tenido un efecto drástico en la biodiversidad marina. Llúcia Mascorda-Cabré
Los mejillones azules (Mytilus edulis) se asientan de forma natural en estas cuerdas. La intervención es mínima: los piscicultores solo tienen que distribuir los pequeños mejillones por la granja para que tengan espacio para crecer de forma natural hasta alcanzar el tamaño deseado, antes de cosecharlos después de 12 a 18 meses. Esta granja produce actualmente más de 2.000 toneladas de mejillones de alta calidad, cultivados en cuerda, en un entorno acuático totalmente marino.
La granja de mejillones de Lyme Bay, administrada por la empresa familiar Offshore Shellfish Ltd, fue la primera en Europa en obtener la certificación de mejores prácticas de acuicultura otorgada por la Global Aquaculture Alliance. Su infraestructura crea un hábitat físico para que especies marinas como peces y cangrejos puedan alimentarse, reproducirse y refugiarse. La estructura de la granja de cuerdas también previene la pesca destructiva, como la pesca de arrastre y el dragado, en la zona.
Un equipo de investigadores marinos de la Universidad de Plymouth ha estado monitoreando la vida marina en esta granja de mejillones y sus alrededores desde antes de que se desplegaran las primeras cuerdas en 2013, con la ayuda de la comunidad pesquera local. Utilizan sus barcos como embarcaciones de investigación para monitorear cómo ha cambiado la biodiversidad de la granja en la última década.
"Utilizamos una gama de cámaras de video submarinas remotas no destructivas y técnicas de muestreo más tradicionales para contar los animales que viven en las cuerdas de mejillones, en el fondo marino y en la columna de agua dentro de la granja, así como en sitios de referencia al este y al oeste de la granja", dicen Emma Sheehan y Llucia Mascorda-Cabre.
Imagen derecha: Las cuerdas de mejillones crean un hábitat tridimensional para la vida marina. Offshore Shellfish Ltd.
Antes de que se desplegaran las primeras cuerdas, el hábitat se había degradado debido a años de pesca destructiva, por lo que las primeras observaciones del equipo no detectaron mucha vida marina. Esto ha cambiado a lo largo de la vida de la granja, y ahora han observado un aumento significativo de la productividad y una mayor biodiversidad.
A lo largo de muchos años, los estudios han demostrado cómo algunos mejillones de la granja han caído al fondo marino y han regenerado los arrecifes de conchas perdidos. La granja también ha impulsado las poblaciones de cangrejos, langostas, vieiras, estrellas de mar, peces, congrios, tiburones y rayas.
El proyecto "Ropes to Reefs (Cuerdas a los Arrecifes)" del equipo, financiado por el Departamento de Medio Ambiente, Investigación y Asuntos Rurales (Defra), se basa en este monitoreo anual para comprender los posibles beneficios de conservación de la granja de mejillones. También están estudiando cómo la granja afecta al área marina protegida de la bahía de Lyme, cercana a la zona, y registrando cualquier efecto secundario a medida que la piscicultura comercial se traslada a zonas de pesca locales.
Los investigadore utilizan tecnología de vanguardia, como telemetría acústica y una ecosonda, para marcar y rastrear langostas, rayas espinosas y pequeños tiburones gato moteados, y moden la cantidad total de peces para comprender mejor por qué y cuándo usan la granja las especies.
Los nuevos datos permitirán calcular el valor total de la piscifactoría de mejillones de la Bahía de Lyme para especies de importancia tanto para la conservación como para el comercio. Los hallazgos hasta la fecha demuestran que piscifactorías de alta mar como esta pueden tener efectos positivos en el ecosistema marino circundante.
Al crear estructura y excluir los efectos dañinos de la pesca de arrastre de fondo, las granjas de mejillones de alta mar pueden restaurar zonas de pesca degradadas y proporcionar una fuente sostenible y saludable de proteína marina.
A medida que aumenta la demanda de mejillones, el cultivo de mejillones en alta mar y otros tipos de cultivo de mariscos pueden ayudar a mejorar la seguridad alimentaria y la resiliencia económica, y potenciar la industria pesquera, contribuyendo al mismo tiempo a la conservación marina y a los objetivos de cero emisiones netas.