Los registros históricos muestran que la tradición se remonta al menos a 2.000 años
En la antigüedad, la única forma de recolectar alimentos y otros recursos, como esponjas y perlas, del lecho marino era contener la respiración y sumergirse hasta el fondo, una técnica conocida como buceo libre o apnea. Cuanto más tiempo pudiera contener el buzo la respiración, más tiempo podría permanecer bajo el agua y más podría recolectar sin tener que buscar aire. Los modernos aparatos de respiración han dejado obsoleta esta peligrosa profesión.
Hoy en día, la apnea se realiza principalmente como una forma de deporte competitivo para demostrar las habilidades y la resistencia de uno. Pero todavía hay culturas en todo el mundo que prosperan para mantener viva esta práctica tradicional. Las Ama son una de ellas.
Ama significa "mujer del mar". Estas son buceadoras japonesas que se ganan la vida en el océano recolectando algas, mariscos, erizos de mar, perlas y abulón para vender en el mercado. Usando nada más que un taparrabos, estas valientes mujeres se zambullen libremente hasta 40 pies (unos 12 metros) en el agua fría, aguantando la respiración durante sesenta segundos a la vez.
Los registros históricos muestran que la tradición se remonta al menos a 2.000 años. Durante el período Heian de Japón (794 a 1185 dC), se sabía que las Ama buceaban en busca de mariscos y fueron honradas con la tarea de recuperar el abulón para santuarios y emperadores imperiales. Las mujeres eran preferidas porque tienden a tener una capa extra de grasa en sus cuerpos, lo que ayuda a aislarlas de las frías aguas.
Tradicionalmente, las buceadoras Ama usaban solo un fundoshi (taparrabos) para facilitar el movimiento en el agua y un tenugi (pañuelo) para cubrir su cabello. Atarban una cuerda alrededor de sus cinturas, conectándolas al barco. Una vez que hubieran terminado, tiraban de la cuerda para indicar a su tripulación que estaban listas para emerger.
La tradición aún se mantiene en muchas partes costeras de Japón, pero ahora las buceadoras Ama cubren su desnudez con un atuendo de algodón blanco. Otras han adoptado la tecnología moderna, como trajes de neopreno y aletas negras.
Las Ama trabajan en múltiples turnos, pasando un total de aproximadamente dos horas al día bajo el agua. Entre turnos pasan tiempo en la playa calentándose bajo el sol o junto a un fuego. Las regulaciones locales de pesca requieren que trabajen no más de 4 horas al día, pero en el pasado las Ama pasaban todos los días entre 6 y 8 horas en el agua.
Zambullirse desnuda en el agua fría, desafiando las heladas temperaturas y la intensa presión conteniendo la respiración todo el tiempo es tan físicamente castigador que se sabe que muchas buceadoras Ama pierden varios kilogramos de peso durante la temporada de buceo en un espacio de pocos meses. Sin embargo, muchas continúan trabajando hasta la tercera edad. No es raro encontrar buceadoras Ama con setenta y ochenta años y seguir estando las mejores en salud.
Las niñas nacidas en familias Ama comienzan a entrenar cuando solo tienen unos pocos años. Aprenden las habilidades de sus madres y otras mujeres mayores en la familia. Para cuando alcanzan los 14 años, generalmente están listas para bucear.
Una vez hubo miles de buceadoras Ama en todo Japón. Pero sus números están disminuyendo rápidamente a medida que la nueva generación de mujeres se aleja de la profesión de sus madres. Según una encuesta de 2010, solo quedan en la nación alrededor de dos mil buceadoras Ama. La mayoría de ellas viven alrededor de Toba y Shima en la prefectura de Mie, donde hay una empresa de perlas cultivadas. El empresario japonés Mikimoto Kōkichi, y su negocio de cultivo de perlas, es responsable en gran medida de revivir esta moribunda profesión.