El cultivo de algas tiene una huella ecológica natural (de luz)
Las casillas negras que forman el tablero de ajedrez en esta imagen son "campos" de una clase de algas. A lo largo de la costa sur de Corea del Sur las algas marinas a menudo se cultivan en cuerdas, que se colocan cerca de la superficie con boyas. Esta técnica asegura que las algas se mantengan lo suficientemente cerca de la superficie para obtener suficiente luz durante la marea alta, pero no rozar contra el fondo durante la marea baja.
El Operational Land Imager (OLI) en el Landsat 8 adquirió esta imagen de cultivo de algas en las aguas poco profundas alrededor de Sisan Island el 31 de enero de 2014. Hogar de una próspera industria acuícola, la costa sur de Corea del Sur produce alrededor del 90 por ciento de los cultivos de algas del país. Las aguas alrededor de Sisan no son el único lugar donde es común la acuicultura. Pinchar en la imagen para ver cómo está de omnipresente la acuicultura de algas a o largo de la costa en Jeolla-do, la provincia más meridional de la península de Corea.
Existen dos tipos principales de algas que se cultivan en Corea del Sur: Undaria (conocida como miyeok en coreano, wakame en japonés) y Pyropia (gim en coreano, nori en japonés). Ambos tipos se utilizan generosamente en la comida tradicional coreana, japonesa y china.
Desde 1970 la producción de algas cultivadas ha aumentado en aproximadamente un 8 por ciento por año. Hoy en día se cultivan alrededor del 90 por ciento de todas las algas que los humanos consumen a nivel mundial. Eso puede ser bueno para el medio ambiente. En comparación con otros tipos de producción de alimentos, el cultivo de algas tiene una huella ecológica natural (de luz), ya que no requiere agua dulce o fertilizantes.
Referencias:
Food and Agriculture Organization of the United Nations A guide to the seaweed industry.
Hurd, C. & et al, (2014, July) Seaweed Ecology and Physiology (New York: Cambridge University Press).
NOAA Seaweed Cultivation of Korea.
Yoon, G. Aquaculture in Korea (PDF).
Ver también: Algas marinas, las hay buenas y... muy malas