Manifestación para el 15 de junio: El turismo nos roba el pan, el techo y el futuro: defendamos la ciudad, decrecimiento turístico ¡YA!
El 27 de abril de 2025, cerca de la Sagrada Familia de Barcelona, fue bloqueado un autobús turístico, rociado con pistolas de agua y en su parte delantera fue pegada una pancarta con el lema "apaguemos el fuego del turismo".
Fue una protesta que acaparó titulares contra el control que tiene el turismo sobre la ciudad y subrayó las crecientes tensiones entre los procesos de turistificación y una reacción local cada vez más fuerte.
Las protestas a gran escala han hecho de Barcelona sinónimo de resistencia social a los impactos negativos del turismo depredador y extractivo, pero no está sola: populares destinos como las Islas Canarias, Málaga y las Islas Baleares han sido testigos durante el último año de protestas masivas contra los excesos del turismo.
La gente está harta, y ya se ve claramente cómo los apartamentos turísticos con el lema "tourists go home (turistas, volved a casa)" se han convertido en una imagen casi omnipresente en muchas ciudades españolas. Sin embargo, la culpa no la tienen los turistas individuales, sino más bien la dependencia excesiva del turismo que, a lo largo de varias décadas, ha expulsado gradualmente a innumerables residentes de sus hogares y barrios.
Pero ¿Cómo hemos llegado hasta aquí? Con la recuperación de los viajes internacionales tras los confinamientos por la COVID-19, Barcelona y otras ciudades mediterráneas vieron el regreso de un número considerable de turistas. Esto provocó un creciente malestar social, ya que las comunidades locales se sentían cada vez más frustradas por cómo el turismo había transformado los espacios urbanos a su costa.
Las preocupaciones de los residentes abarcan desde la escasez de vivienda y la precariedad laboral hasta los daños ambientales. La privatización de los espacios públicos también es una prioridad en Barcelona, agravada por eventos de gran repercusión, como la Copa América 2024 y el Gran Premio de Fórmula 1, que aportaron escasos beneficios a los residentes locales.
La actual reacción negativa señala un momento de "ya basta" que ya no puede desestimarse como una simple inconveniencia o una actitud de "Ni en el mío". En cambio, refleja desigualdades estructurales y conflictos más profundos sobre el espacio urbano, la justicia social y las dinámicas de poder que sustentan el crecimiento desenfrenado del sector turístico.
Imagen: Mural del artista Elías Taño en el céntrico barrio de El Carmen, en Valencia, con otro eslogan antiturismo común: "+1 turista = -1 veïna". Un turista más = un vecino menos. Nicolas Vigier.
Activismo en evolución
El activismo antiturístico en Barcelona se remonta a mediados de la década de 2010, cuando barrios como la Barceloneta cuestionaron por primera vez el papel del turismo en el desplazamiento de los residentes. Desde entonces, grupos como la Asamblea Vecinal para el Decrecimiento Turístico (Assemblea de Barris pel Decreixement Turístic, ABDT) han rechazado las políticas que fomentan una dependencia excesiva de la economía turística.
La ABDT prefiere notablemente el término "turistificación" a "sobreturismo". Según ellos, el concepto de "sobreturismo" corre el riesgo de despolitizar el problema, presentándolo como un simple problema de exceso de visitantes. En cambio, dicen, los problemas son resultado de las desigualdades estructurales vinculadas a la acumulación capitalista, la naturaleza extractiva del turismo y un sector que canaliza la riqueza comunitaria hacia manos privadas.
Lo que distingue a esta ola actual de activismo de sus predecesoras es el cambio de una oposición contundente a la presentación de propuestas organizadas y constructivas. En una gran manifestación celebrada en Barcelona en julio de 2024, los activistas presentaron un manifiesto que exigía medidas claras para reducir la dependencia económica del turismo y una transición hacia una economía ecosocial.
Las demandas clave incluyeron poner fin a los subsidios públicos para la promoción del turismo, regular los alquileres a corto plazo para evitar la pérdida de viviendas, reducir el tráfico de cruceros y mejorar las condiciones laborales con salarios justos y horarios de trabajo estables. El manifiesto también instó a los líderes a diversificar la economía más allá del turismo, reutilizar las instalaciones turísticas para uso social y desarrollar programas para apoyar a los trabajadores precarios.
El movimiento no da señales de desaceleración. Durante el fin de semana del 27 de abril de 2025, exactamente un año después del episodio de las pistolas de agua, la Red del Sur de Europa contra la Turistificación se reunió en Barcelona para acordar una agenda política común. También convocaron una manifestación coordinada en varias ciudades del sur de Europa para el 15 de junio de 2025.
Imagen derecha: Manifiesto de 13 puntos de la ABDT. Milano et al., 2024
Los grupos marginados son los más afectados
El activismo antiturístico suele ser desestimado por quienes tienen intereses creados en el turismo, tachado de "turismofobia" o "NIMBYismo", un deseo de proteger la propia zona del desarrollo urbanístico no deseado (derivado del acrónimo "not in my back yard" o "no en mi patio trasero").
Estas etiquetas ignoran el hecho de que las economías impulsadas por el turismo impactan más fuertemente a los grupos marginados con poco poder político, como los inquilinos, los migrantes y los trabajadores temporeros precarios, y los jóvenes privados de sus derechos. Los movimientos sociales en las ciudades mediterráneas han tomado esto en serio y han ampliado el activismo antiturismo para abordar la inacción más general del gobierno en materia de vivienda, derechos laborales, acción climática y defensa del espacio público.
Estos movimientos se enfrentan a los complejos e interconectados desafíos de la turistificación, como la división social del trabajo, las desigualdades de género y la concentración del capital. Además, y de forma importante, son prueba fehaciente de que muchos residentes quieren priorizar el bienestar comunitario sobre el crecimiento económico.
Imagen derecha: Los impactos ocultos de la turistificación. Milano et al. 2024,
Académicos y políticos están fracasando
Tanto los responsables políticos como los académicos no están abordando adecuadamente las preocupaciones de los manifestantes. Numerosos estudios se centran en temas como la gestión del espacio, el turismo verde o el turismo como herramienta de empoderamiento. Sin embargo, pocos exploran las experiencias de las personas que viven en zonas turísticas críticas, o cómo el sector produce precarias condiciones laborales, exclusión social e injusticia ambiental.
Como resultado, las actuales políticas se centran principalmente en la gestión de visitantes o del transporte, no en frenar el crecimiento del turismo ni en abordar los desequilibrios de poder. Este limitado enfoque no soluciona las causas profundas del problema y solo perpetuará las desigualdades.
Más allá de las transformaciones urbanas, la dependencia del turismo de la mano de obra precaria es un problema acuciante. Muchos empleos en el sector son mal remunerados, inestables y altamente estacionales. Si bien las organizaciones internacionales y las autoridades municipales promueven el turismo como motor de prosperidad económica y creación de empleo, con demasiada frecuencia se pasa por alto la pregunta "¿Qué tipo de empleos?".
De cara al futuro, se necesita investigación interseccional más sólida, en particular estudios longitudinales y etnográficos que examinen los impactos del turismo en la clase, el género y el medio ambiente. Esto, a su vez, orientará la formulación de políticas a todos los niveles y la alejará de la actual mentalidad depredadora y prioritaria del crecimiento, que alimenta el conflicto social y las desigualdades.
En lugar de considerar las protestas como molestias aisladas y monotemáticas, deberían entenderse como parte de luchas más amplias por la justicia social. Este movimiento demuestra que las alternativas y propuestas co-construidas deben priorizar el bienestar comunitario sobre el crecimiento económico.
Repensar el turismo urbano implica reimaginar las ciudades como lugares donde sus residentes puedan prosperar, no solo sobrevivir. Para lograrlo, debemos abordar las desigualdades más profundas que subyacen a los procesos de turistificación.
Este artículo se republica desde The Conversation bajo una licencia Creative Commons. Lee el artículo original en inglés: From hotspot to flashpoint: how tourism pushed Barcelona to breaking point, and how social movements are fighting back