Bora Bora, es conocida como la perla del Pacífico
Francia es uno de los países que más turistas recibe en el mundo cada año. Además, París es también una de las capitales que lidera esos rankings de atracción de turistas extranjeros anuales. Sin embargo, hoy toca hablar de otro destino francés pero que queda muy alejado de la Francia continental. Hablamos de sus territorios de ultramar, y en concreto, la Colectividad de ultramar de la Polinesia Francesa, con especial énfasis en Bora Bora.
Bora Bora, la perla del Pacífico
Conocida con ese sobrenombre, este atolón enclavado en el océano más grande del mundo está considerado como una de las islas más bonitas del mundo. Cada año llegan a este enclave unos 20.000 turistas, una cifra muy alejada del número de visitantes que desean conocer cada año París, Marsella, Burdeos, Lyon, Niza o los Alpes franceses.
Sin embargo, los que lo conocen quedan siempre sorprendidos por su belleza paisajística, su amplia oferta de alojamientos y las múltiples actividades de turismo de aventura, deportes y náutico que se pueden iniciar pasando una estancia en la isla.
Para comenzar a alimentar ese deseo por este paraíso terrenal, basta decir que la isla emergió del océano Pacífico hace aproximadamente 13 millones de años y que, geológicamente, es un antiguo volcán asentado sobre una laguna que permite disfrutar de azules preciosos en sus numerosas y concurridas playas. Como muchas otras islas del Pacífico y de la Polinesia, la estructura coralina que rodea a todo el atolón es todo un disfrute para los amantes del submarinismo.
Además, en Bora Bora no solo hay playas, sino también bosques con una frondosa vegetación, e incluso montañas que sorprenden por su elevada altura para un atolón de su tamaño, apenas 40 kilómetros cuadrados. El monte más alto es el Otemanu, con más de 700 metros de altitud, y otros interesantes son Pahia y Hue. Todos ellos dominan con tonos verdes los intensos azules de la costa.
Disfrutar de las actividades náuticas
Has leído bien, actividades náuticas. Porque en Bora Bora no solo se puede hacer snorkel y submarinismo, sino también avistar ballenas, por ejemplo. En cualquier caso, si eres un amante del submarinismo, este debe ser un destino imprescindible. Las islas de la Polinesia Francesa están rodeadas en su mayoría por corales, y buena parte de ellos en buen estado.
Si dispones de titulación para el buceo con botella, puedes atreverte a dar un paso más y nadar con tiburones, delfines y mantas raya. En caso de que no tengas destreza con el buceo, el snorkel también es una buena opción, pues es el modo de iniciarse en esta práctica y también te sorprenderán la cantidad de rayas, peces de arrecife y tortugas.
El avistamiento de ballenas, de muchos tipos, pero especialmente jorobadas, es otro de los atractivos de la isla, pues esta región francesa es uno de los lugares más importantes de apareamiento. Para ello habrá que visitar la isla entre julio y octubre. Suele ser una temporada alta, porque es la estación seca. Además, como este destino es un lugar muy concurrido para los viajes de luna de miel, debemos tener en cuenta que el final del verano y el inicio del otoño es también una época de muchas bodas.
El paraíso es la isla al completo, no solo sus aguas
El azul es el color más característico de todo este atolón, pero le roba mucho protagonismo el verde intenso de sus bosques. El interior de la isla es perfecto para recorrerlo a pie, en bicicleta o en scooter. Teniendo en cuenta que sus distancias son bastante asumibles y que no existen grandes pendientes, resulta más que aconsejable hacer rutas turísticas en todo este territorio.
Sus elevados montes, especialmente el Otemanu, presiden la isla y desde ellos se extiende un amplio valle con numerosos senderos para descubrir. En esos paseos no pierdas detalle a lo curioso de su geología, pues Bora Bora nación de volcanes que hoy día están inundados de vegetación y rodean una laguna turquesa de una belleza extrema.
Para finalizar, no vuelvas de Bora Bora, ni de la Polinesia Francesa en toda su extensión, sin probar su gastronomía local. En todo este conjunto de islas la gastronomía italiana tiene gran influencia, pero se combina también con toques de comida china, por la afluencia masiva de inmigrantes que llegaron a estos territorios desde el continente asiático. El pez loro, el atún, el bonito o el pescado crudo en leche de coco son buenas propuestas.