Pinchos de caballito de Mar, anguila, gusano o alacrán para el menú.
Como el fin de semana hay que relajarse, y más en agosto, os cuento una historia que veo publicada en el diario "El Universal" de México.
Como cualquier medio de comunicación que se precie han desplazado para cubrir la información de los juegos a una corresponsal, Cinthya Sánchez, que en lugar de informar de deporte, como pienso yo que sería el caso, se ha dedicado a visitar chiringuitos y tenderetes de comida por las calles de Pekín.
No, que no la critico, que ha enviado una crónica que no tiene desperdicio. Vais a Ver.
Cinthya nos cuenta en su artículo los hábitos alimentarios de los ciudadanos de la capital china. Al parecer en una de las calles, que se cierra al tráfico a las seis de la tarde, se monta el mercado de Donghuamen, llenándose de multitud de carritos con puestos ambulantes de venta de comida. Hasta aquí normal, en España también los hay los domingos a las puertas de los estadios de futbol.
Pero allí no venden "bocatas", venden brochetas, ella las llama banderillas, con todo tipo de animales raros y menos raros: Alacranes, gusanos, escorpiones, saltamontes, caballitos o estrellas de Mar, pollo, cordero o camarones gigantes.
Este comentario que hace al probar una brocheta de escorpión ya me ha dejado la sonrisa para todo el fin de semana:
"Es difícil etiquetar lo más exótico de todo, pero lo más caro y llamativo son los escorpiones. Vienen de a dos por palito y cuestan 70 pesos (4,70 €). Cada uno mide unos 10 centímetros. ¿Lo mordí? Sí, claro. Pero hacerlo no es fácil, primero piensas ¿y el veneno? También te pasa por la mente que te picará en cuanto sienta la mordida. Es tan raro tener una brocheta de escorpión en la mano que se olvida que está muerto. De negro pasa a verde tras ser frito. La cola es dura y realmente imposible de comer. Una vez que está en tu boca se pega al paladar. ¡Agggg! No tienen carne, así que su piel cruje en los dientes y lo salado escalda la lengua. Es imposible comerlo todo: no sabe bien. Y, después de masticar tres patas, parte del cuerpo y seguir sin encontrarle el sabor, no vale la pena seguir poniendo cara de asco..."
Afortunadamente, nos sigue contando, no es una comida muy habitual entre los chinos, ni siquiera típico porque hasta ellos mismos se sorprenden, sobre todo las mujeres, de que alguien compre escorpiones y se los coma. Las demás brochetas, como las de caballito de mar o alacrán tampoco son tan comunes ni se ven por todo Pekín.
La simpática Cinthya añade: "Lo que si comen, y por montones, son las de escarabajo, res, pollo y cordero que es carne muy suave a precios realmente baratos. Una brocheta de estas no sólo en el mercado de Donghuamen sino en toda la ciudad cuesta tres pesos (20 céntimos de €) y es fácil comerse hasta seis pues son pequeñas".
Y sigue su recorrido de "tapas": "Las brochetas son para los chinos como los tacos para los mexicanos. Las hay desde dos pesos y las venden por todas partes, desde puestos callejeros hasta restaurantes. En Sanlitun, un barrio de bares, hay carritos de brochetas, como los de hot dog en los antros mexicanos. Venden por la noche y aunque no tienen mucha variedad de carne, sí venden las más sabrosas. En poco tiempo uno se hace fan".
Acaba su crónica con un sabio consejo: "Eso sí a los chinos les ofende que una vez que se compraron se tiren o no se prueben, pues casi siempre esperan que uno las muerda y están a la expectativa de una expresión de gusto, por eso una vez que te acercas al puesto o carrito lo más decente es comprar, aunque sea una de dulce, pues el postre también lo montan en palillos y se puede escoger entre kivi y fresas gigantes encarameladas que por cierto, son todo un éxito entre los curiosos, pues además de que están buenas, resaltan entre tanta carne.
Para salvarse de dolores de estómago, después de andar de curioso, hay que seguir las reglas puesteras mexicanas: es decir, arriesgarse donde se vea más gente".
Pues como aquí entonces, lo malo es esperar, que hay gente que no aguanta.
Genial la periodista, lo que no me gustaría a mi es que algún chino se comiera el caballito de Mar de mi página...Grrrr
Buen fín de semana.
Enlace: El Tiempo.com
Pinchos de caballito de Mar, anguila, gusano o alacrán para el menú.
Como el fin de semana hay que relajarse, y más en agosto, os cuento una historia que veo publicada en el diario "El Universal" de México.
Como cualquier medio de comunicación que se precie han desplazado para cubrir la información de los juegos a una corresponsal, Cinthya Sánchez, que en lugar de informar de deporte, como pienso yo que sería el caso, se ha dedicado a visitar chiringuitos y tenderetes de comida por las calles de Pekín.
No, que no la critico, que ha enviado una crónica que no tiene desperdicio. Vais a Ver.
Cinthya nos cuenta en su artículo los hábitos alimentarios de los ciudadanos de la capital china. Al parecer en una de las calles, que se cierra al tráfico a las seis de la tarde, se monta el mercado de Donghuamen, llenándose de multitud de carritos con puestos ambulantes de venta de comida. Hasta aquí normal, en España también los hay los domingos a las puertas de los estadios de futbol.
Pero allí no venden "bocatas", venden brochetas, ella las llama banderillas, con todo tipo de animales raros y menos raros: Alacranes, gusanos, escorpiones, saltamontes, caballitos o estrellas de Mar, pollo, cordero o camarones gigantes.
Este comentario que hace al probar una brocheta de escorpión ya me ha dejado la sonrisa para todo el fin de semana:
"Es difícil etiquetar lo más exótico de todo, pero lo más caro y llamativo son los escorpiones. Vienen de a dos por palito y cuestan 70 pesos (4,70 €). Cada uno mide unos 10 centímetros.
¿Lo mordí? Sí, claro. Pero hacerlo no es fácil, primero piensas ¿y el veneno? También te pasa por la mente que te picará en cuanto sienta la mordida. Es tan raro tener una brocheta de escorpión en la mano que se olvida que está muerto. De negro pasa a verde tras ser frito. La cola es dura y realmente imposible de comer. Una vez que está en tu boca se pega al paladar. ¡Agggg! No tienen carne, así que su piel cruje en los dientes y lo salado escalda la lengua. Es imposible comerlo todo: no sabe bien. Y, después de masticar tres patas, parte del cuerpo y seguir sin encontrarle el sabor, no vale la pena seguir poniendo cara de asco..."
Afortunadamente, nos sigue contando, no es una comida muy habitual entre los chinos, ni siquiera típico porque hasta ellos mismos se sorprenden, sobre todo las mujeres, de que alguien compre escorpiones y se los coma. Las demás brochetas, como las de caballito de mar o alacrán tampoco son tan comunes ni se ven por todo Pekín.
La simpática Cinthya añade: "Lo que si comen, y por montones, son las de escarabajo, res, pollo y cordero que es carne muy suave a precios realmente baratos. Una brocheta de estas no sólo en el mercado de Donghuamen sino en toda la ciudad cuesta tres pesos (20 céntimos de €) y es fácil comerse hasta seis pues son pequeñas".
Y sigue su recorrido de "tapas": "Las brochetas son para los chinos como los tacos para los mexicanos. Las hay desde dos pesos y las venden por todas partes, desde puestos callejeros hasta restaurantes. En Sanlitun, un barrio de bares, hay carritos de brochetas, como los de hot dog en los antros mexicanos. Venden por la noche y aunque no tienen mucha variedad de carne, sí venden las más sabrosas. En poco tiempo uno se hace fan".
Acaba su crónica con un sabio consejo: "Eso sí a los chinos les ofende que una vez que se compraron se tiren o no se prueben, pues casi siempre esperan que uno las muerda y están a la expectativa de una expresión de gusto, por eso una vez que te acercas al puesto o carrito lo más decente es comprar, aunque sea una de dulce, pues el postre también lo montan en palillos y se puede escoger entre kivi y fresas gigantes encarameladas que por cierto, son todo un éxito entre los curiosos, pues además de que están buenas, resaltan entre tanta carne.
Para salvarse de dolores de estómago, después de andar de curioso, hay que seguir las reglas puesteras mexicanas: es decir, arriesgarse donde se vea más gente".
Pues como aquí entonces, lo malo es esperar, que hay gente que no aguanta.
Genial la periodista, lo que no me gustaría a mi es que algún chino se comiera el caballito de Mar de mi página...Grrrr
Buen fín de semana.
Enlace: El Tiempo.com