Las asombrosas arenas de la playa más insólita de California

Cómo las olas han convertido las basuras de vidrio en arte

Glass Beach, cerca de Fort Bragg, y a tres horas de San Francisco, es un importante centro turístico

Mucho antes de que hubiese contenedores de reciclaje en todas las ciudades las normas de dónde y cómo podía depositar la gente su basura eran mucho más relajadas y menos reguladas.

Mientras lo que era malo para el medio ambiente en algunas partes del país y podría haber hecho en años un daño irreparable a la atmósfera, hay un lugar donde esas vergonzosas prácticas de tirar la basura han conducido a algo más hermoso.

Glass Beach, cerca de Fort Bragg en el norte de California, solía ser el lugar donde los residentes llevaban todo tipo de basura, desde sus autos antiguos hasta restos de la cocina a un vertedero situado en la playa a partir de 1949.

Sólo en la década de 1960 los funcionarios comienzan a regular lo que era arrojado a la playa, en primer lugar para poner fin a las toxinas y luego porque la Junta de Calidad del Agua de la costa norte trasladó el vertedero oficial a una ubicación diferente en 1967.

 

A pesar de que hace ya medio siglo, los restos son todavía muy claros.

Gran parte del vidrio que se quedó en la playa durante estos vertidos no ha ido demasiado lejos, y años de golpes de las olas han suavizado y pulido las piezas rotas.

Ahora la playa está cubierta de piedras de pequeño tamaño en trozos de "cristales de mar", añadiendo colorido al paisaje marino y un elemento turístico a la belleza natural del lugar.

 

Glass Beach es parte del Parque Estatal MacKerricher y su historia tiene otra faceta, ya que es la única área del Sistema de Parques de California que fue durante algún tiempo una parte de la Reserva India de Mendocino.

Debido a esta importancia histórica, la playa es mantenida por el Departamento de Parques, que hace todo lo posible para preservar el medio natural, y no tan natural, como la belleza del vidrio de la playa.

 

"Guardas trabajan para educar e informar a la opinión pública y confiscar y devolver los cristales marinos recogidos a la playa siempre que sea posible", dijo Tim Quandt un funcionario del sitio web de Fort Bragg.

La playa, situada a unas tres horas en coche al norte de San Francisco, es una importante atracción turística. Mientras que es bueno para la gente del lugar, presenta un problema para los conservacionistas que quieren evitar que los visitantes se lleven a casa los pedazos.

"La verdad del asunto es que el robo de los cristales propiedad de los Parques del Estado es un delito menor. Los guarda parques no han comenzado a multar a los delincuentes... todavía, pero ese día llegará con el tiempo" -continuó el señor Quandt.