Mar, playa y sol sigue siendo el destino preferido del turista
Los tres pilares del turismo sostenible: Economía, sociedad y medio ambiente
La Feria Internacional del Turismo (FITUR) abrirá sus puertas el próximo miércoles día 28 de enero hasta el 1 de febrero de 2009. Antes de asistir a la misma, hagamos una reflexión a favor de la gestión del turismo sostenible en nuestras costas:
El Mediterráneo es el primer destino turístico en el mundo, muy por delante de los demás, con más de 160 millones de turistas anuales en sus costas.
La Unión Europea ocupa una posición central en el mercado del turismo mundial, y los 458 millones de visitantes que acuden cada año al territorio de sus Estados miembros representan un motor económico incuestionable: el 5% del PIB europeo proviene directamente del turismo y el 10% indirectamente.
No obstante, aunque sea generador de empleo y fuente de crecimiento, el turismo también puede pasar a ser víctima de su propio éxito. Esto es especialmente cierto en el caso de algunas zonas costeras, que sufrimos con regularidad la llegada masiva de turistas, con consecuencias negativas para su tejido social, su equilibrio económico y la calidad de su medio ambiente, lo que también acaba perjudicando a su atractivo turístico.
Cada año, centenares de millones de viajeros se cruzan en los cuatro puntos cardinales del planeta, sin olvidar lo "esencial": bañador, juegos de playa y crema solar. De hecho, del gran número de destinos propuestos, las zonas costeras son el destino más preciado y con diferencia: el sol, el Mar y las playas idílicas tienen un poder de atracción nada despreciable.
Supone todo un reto enumerar los impactos de un turismo costero mal gestionado, puesto que se podría hacer una lista de vcarias páginas. No obstante, los expertos en estas cuestiones coinciden al definir tres grandes categorías de impactos: los impactos económicos, los impactos socioculturales y los impactos medioambientales.
Desde el punto de vista económico, es evidente que la llegada de los turistas tiene efectos positivos para las administraciones locales. Esto representa un aporte de divisas considerable y por esa razón las autoridades a menudo han invertido masivamente en infraestructuras pesadas destinadas a facilitar la vida de los turistas (aeropuertos, carreteras y autopistas, diques, urbanizaciones...).
Aunque luego aparece la otra cara de la moneda, en particular, para la población local. La estructura del empleo cambia con el turismo. Las actividades relacionadas con la industria, la agricultura y la pesca tienden a desaparecer, mientras que se van generalizando los empleos de temporada. Como consecuencia, con lo que ganan los trabajadores no pueden hacer frente al aumento del coste de la vida (en particular en el mercado inmobiliario) inducido por la afluencia de una población acomodada.
Esto último tiene además un impacto sociocultural. Frente a la expansión de complejos hoteleros y de residencias secundarias a lo largo del litoral, las poblaciones locales suelen emigrar hacia el interior de las tierras. Muy a menudo quienes han preferido quedarse, no tienen más remedio que adaptarse a la demanda turística: creación de comercios de todo tipo, artesanía local que tiende hacia los estereotipos, etc. Así se va perdiendo la identidad cultural de la población, un fenómeno agudizado por la desaparición de los empleos tradicionales.
Pero desde el punto de vista medioambiental es donde mayor número de consecuencias se producen a causa de un turismo costero mal gestionado:
La urbanización a ultranza y la construcción de vías de comunicación suplementarias ocasiona numerosos problemas para el medio ambiente: Deforestación y destrucción de zonas naturales, destrucción de los hábitats de la fauna, extracción de arena marina para los materiales de construcción, etc, sin olvidar el impacto visual, verdadera contaminación paisajística.
Las reservas de agua potable son cada vez más limitadas, por el notable exceso de consumo para satisfacer las necesidades de los turistas, que utilizan cotidianamente hasta el triple de agua dulce que la población local (piscinas, riegos, higiene...). Además, se produce con demasiada frecuencia el vertido de las aguas residuales al Mar sin ninguna forma de tratamiento.
Lo que ocurre con el agua también ocurre con las diversas fuentes de energía: el consumo de electricidad y de combustibles fósiles por parte de los turistas es muy elevado (aire acondicionado y calefacción, transportes...) lo que conlleva elevadas emisiones de gases contaminantes. Además, los turistas producen gran cantidad de basura, que las administraciones locales tienen que gestionar como buenamente pueden.
La erosión costera: los diques, los rompeolas y otros espigones tienen un efecto positivo al proteger las playas y los centros urbanos del efecto de las olas, de la erosión y de las posibles inundaciones. Pero muy a menudo, el problema se traslada más allá de las zonas urbanizadas, es decir, a sitios donde no existen tales infraestructuras, erosionando poco a poco dichas zonas.
Jean- Pierre Martinetti, especialista del turismo sostenible y miembro del Grupo para la Sostenibilidad del Turismo creado por la Comisión Europea para reflexionar sobre la problemática del turismo sostenible, manifiesta que "Desde hace vaios años, las autoridades locales, nacionales e internacionales se han sensibilizado ante el hecho de que el turismo, si se desarrolla mal, puede minar su propio desarrollo".
Y continúa: "Cuando se habla de turismo sostenible, siempre hay que tener en cuenta esta ambivalencia: por un lado, el turismo puede ser predador y destructor de todo un medio, llegando incluso a autoinmolarse, ya que además de dañar el medio en el que se integra, se destruya asi mismo al hacerse incontrolable. En este sentido, nada tiene que ver con los principios de sostenibilidad. Pero, por otro lado, puede ser impulsor del desarrollo sostenible, si es fuente de desarrollo económico, avances sociales, intercambio entre los seres humanos, conocimiento y valorización de las culturas, y si es respetuoso con el medio ambiente".
Los tres pilares del turismo sostenible: Economía, sociedad y medio ambiente. Tres palabras claves ineludibles cuando se habla de turismo sotenible. En efecto, se trata de generar prosperidad a diferentes niveles de la sociedad, aunque preocupándose por la rentabilidad de los diferentes sectores de la actividad económica. Paralelamente, se deben respetar los derechos humanos y la igualdad de oportunidades para todos, hay que combatir la pobreza y reconocer las diferentes culturas. Y finalmente, hay que conservar el medio ambiente en toda su diversidad, en particular, los recursos no renovables y los que son vitales para el hombre.
Martinetti explica: "Para conseguir el último objetivo que es la viabilidad de esos tres pilares, hay que derrollarlos de forma equilibrada. Muy a menudo se han cometido errores porque se ha destacado tan sólo uno de los tres pilares, en detrimento de los demás".
Por lo tanto, el turismo tiene que desarrollarse siguiendo una sabia combinación de estos tres elementos para conseguir un futuro sostenible. De ser así, entonces el medio en el que se desarrolla será respetado en toda su diversidad.
Enlace: Fitur Fuente: Research eu
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