La forma en que se apiñan es tan matemáticamente perfecta que los matemáticos no pueden diseñar una mejor manera
Los animales han evolucionado de innumerables formas para protegerse del frío. Las ballenas se aíslan con grasa. Los bisontes se congregan cerca de manantiales geotérmicos. Los osos negros se refugian en cuevas. Y los pingüinos emperador, que enfrentan las temperaturas bajo cero y los vientos huracanados de la Antártida, se apiñan.
“Un grupo de pingüinos parece un caos organizado”, dice François Blanchette, matemático de la Universidad de California, Merced. “Cada pingüino actúa individualmente, pero el resultado final es una distribución equitativa del calor para toda la comunidad”.